jueves, 1 de octubre de 2009

INMENSAMENTE RICA



Hay días en los que pienso que soy afortunada.
Tengo una vida, que recibí no sé por qué, y salud, que conservo no sé cómo.
Tengo una familia: una madre que me hizo a a su imagen y semejanza, un padre que hizo por mi lo que no esta escrito, una pareja que cuando quiere es adorable y que al compartir conmigo parte de su vida me da lo mejor de la mía; una hija maravillosa de quien no he recibido sino felicidad;
Tengo hermanos que son como mis amigos, y amigos que son como mis hermanos.
Tengo gente que me ama con sinceridad a pesar de mis defectos, y a la que yo amo con sinceridad a pesar de mis defectos.
Tengo cuatro lectores a los que cada día les doy gracias porque leen bien lo que yo escribo mal.
Tengo una casa que comparto, y en ella muchos libros que puedo también compartir.
Poseo un pedacito del mundo en forma de mar que me ayuda a apaciguar mis temores y calmar mis culpas.
Tengo cada día el placer de poder comprar manzanas, tan grandes y bonitas que habrían acortado aún más la presencia de Adán y Eva en el Paraíso.
Tengo una perra que cuando me ve, me saluda relamiéndome con alegría a pesar de que sabe que no soy capaz de vivir con ella, y aun así me recibe como si fuera yo la dueña de los cielos y la tierra.
Tengo ojos que ven y oídos que oyen; pies que caminan y manos que acarician; cerebro que piensa cosas que a otros se les habían ocurrido ya, pero que a mí no se me habían ocurrido nunca.
Soy dueña de la común herencia de los hombres: alegrías para disfrutarlas y penas para hermanarme a los que sufren.
Y tengo la esperanza de que todos algún día podamos ser un poquito más felices.
¿Puede haber mayores riquezas que las mías?

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