domingo, 9 de noviembre de 2008

HACER EL AMOR


El y yo hacíamos el amor diariamente...
en otras palabras,
los lunes, los martes y los miércoles
hacíamos el amor invariablemente...
los jueves, los viernes y los sábados,
hacíamos el amor igualmente...
por último los domingos
hacíamos el amor religiosa mente.

Hacíamos el amor compulsiva mente,
lo hacíamos deliberadamente,
lo hacíamos espontáneamente.

Hacíamos el amor por compatibilidad de caracteres,
por favor, por supuesto, y por teléfono,
por primera intención, por última instancia,
por no dejar y por si acaso
como primera medida, como ultimo recurso.


Hicimos el amor por ósmosis y por simbiosis,
y por eso lo llamábamos hacer el amor científicamente.
pero también hicimos el amor yo a el y el a mi,
es decir; recíprocamente.


Y cuando me quedaba yo en mitad de un orgasmo
y el con el miembro convertido en un músculo flácido,
entonces hacíamos el amor lastimosamente.
lo cual no tiene nada que ver
con las veces que el se imaginaba que no iba a poder, y no podía
y yo pensaba que ni iba a sentir, y no sentía,
o bien estábamos tan cansados y tan preocupados
que ninguno de los dos alcanzaba el orgasmo
decíamos entonces que lo habíamos hecho aprocximadamente.


O bien yo recordaba las lagartijas del porche de la casa de campo de mi abuela,
y el recordaba el reloj de cuco de la sala de estar de sus abuelos,
esperando la eclosión de las 4 de la tarde,
así era como hacíamos el amor nostalgicamente,
viéndonos mientras nos íbamos tras viejos recuerdos.


Muchas veces hicimos el amor contra natura,
a favor de natura, ignorando a natura,
o de noche con la luz encendida
o de día con los ojos cerrados
o con el cuerpo limpio y la conciencia sucia,
o viceversa.

Contentos, felices, dolidos, amargos,
con remordimientos y sin sentido
con sueño y con frío.

Y cuando estábamos conscientes de lo absurdo de la vida
y de que un día nos olvidaríamos el uno del otro,
entonces hacíamos el amor, inútilmente.


Para envidia de nuestros amigos, y de nuestros enemigos
hacíamos el amor ilimitadamente, magistralmente, legendaria mente.

Por honra de nuestros padres,
hacíamos el amor moralmente,
Por escandalo de la sociedad,
hacíamos el amor ilegalmente.
Para alegría de los spiquiatras,
hacíamos el amor sintomaticamente.


Hacíamos el amor físicamente,
de pie y cantando,
de rodillas y rezando,
acostados y soñando,
y sobre todo
y por la simple razón
de que yo lo quería así
y el también lo quería...
hacíamos el amor,
voluntariamente.



Fernando del Paso

No hay comentarios: